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Gini versus Palma

Actualizado: 25 nov 2023

Ninguna sociedad puede ser floreciente y feliz si la mayor parte de sus miembros es pobre y miserable”, afirmaba Adam Smith en La Riqueza de las Naciones.


Hoy estamos todos contestes que niveles extremos de desigualdad no son compatibles con una sociedad moderna y próspera. En la actualidad, esa desigualdad en la distribución de los ingresos se mide a través de distintos instrumentos.


El más conocido es el índice de Gini, ya tratado en artículos anteriores, y que en resumen nos ayuda a entender las diferencias de ingresos, y su evolución nos da muestras del avance o freno de la desigualdad en una sociedad. El índice de Palma se trata de otra alternativa para medir la desigualdad; es la herramienta de medición más reciente, obra del economista chileno José Gabriel Palma. El Índice de Desarrollo Humano de la ONU, las estadísticas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), las Cuentas Nacionales Británicas, entre otras, han incorporado este índice a sus mediciones de desigualdad. También lo han hecho, a instancias del premio Nobel Joseph Stiglitz, los Nuevos Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas.


En rigor, ambos indicadores usan los mismos datos, lo que cambia es la metodología. El diseño de Palma responde a la necesidad de una herramienta de medición de la desigualdad que supere las limitaciones del coeficiente de Gini. Este último ofrece una cifra que mide la desigualdad de una sociedad en su conjunto, sin embargo, aporta poca información sobre las dinámicas de esa sociedad, como por ejemplo qué segmento de población concentra esa desigualdad.


El índice de Palma ofrece información sobre el origen de las modificaciones en la desigualdad, tales como si han bajado los ingresos de los más pobres o han subido los de los más ricos. En sociedades como las de los países nórdicos, la clase media reúne la mitad de los ingresos aproximadamente, pero la otra mitad del total de ingresos se reparte de manera más equitativa entre los dos extremos de la población: los más ricos y los más pobres. Sin embargo, esto no sucede en América Latina, donde, aunque la clase media concentre la mitad del total de los ingresos, los más ricos se llevan el doble de la proporción de su contraparte nórdica, dejando al extremo más pobre con sólo la mitad de su contraparte. Ahí es donde se genera la desigualdad. Estas realidades son las que nos ayuda a comprender el índice Palma.


Este indicador divide la población total en diez “deciles” (resultado de dividir una serie de datos en diez partes iguales). El “medio” se define por los “deciles” del 5 al 9 (D5 a D9), mientras que “los extremos” están formados por dos grupos: el “decil” más rico (D10) y el 40% más pobre de la población, que abarca los “deciles” del 1 al 4 (D1 a D4).


En su análisis Palma definió que ..."cuando se compara la desigualdad entre países, nunca se debe a lo que sucede en el medio de la población, es decir, en lo que se lleva la mitad que se ubica en el medio y el medio alto, deciles 5 a 9 del ingreso"... “Esa mitad se lleva algo muy cercano a la mitad del ingreso de una sociedad en casi todos los países, sean ricos o pobres, grandes o chicos, democracias o dictaduras, tengan o no recursos naturales, un buen nivel de educación o de gobernabilidad“, agregando que “Es un fenómeno asombroso. Toda la gran diversidad distributiva en el mundo se debe a lo que pasa en la otra mitad de la torta. En específico, lo que se lleva el 10% más rico“.


Los resultados del estudio de Palma se ilustran el siguiente gráfico:



Gráfico tomado de: Palma, José Gabriel. “Homogeneous middles vs. heterogeneous tails, and the end of the ‘Inverted-U’: the share of the rich is what it’s all about”. Cambridge Working Papers in Economics (CWPE) 1111, January 2011. Pag 22. Disponible en http://www.econ.cam.ac.uk/dae/repec/cam/pdf/cwpe1111.pdf



Los países se han organizado a lo largo del eje horizontal según el orden creciente del por ciento del ingreso nacional que va al subconjunto más pobre de la población (D1 a D4). Esto significa que los países con mayor desigualdad se ubican a la izquierda del eje horizontal (p.ej. África del Sur) y los que tienen menos desigualdad se ubican hacia la derecha (p.ej. Japón).


En cuanto a la dimensión política en la utilización de este índice, el mismo Palma ha indicado que la medición de la relación entre el porcentaje del ingreso que se lleva el 10% más rico y lo que se lleva el 40% “nos habla de un fenómeno político fascinante. Mientras en todo el mundo la clase media tiene la misma capacidad para apropiarse de una mitad de la torta, el poder relativo de los ricos y pobres varía enormemente cuando llega al momento de distribuir la otra mitad“.


Palma cita el caso de nuestro país ...“En Chile, por ejemplo, el 10% más rico ha resistido con mucho éxito los intentos distributivos de los cinco gobiernos de centro-izquierda desde el retorno a la democracia…Por eso, la desigualdad apenas se ha reducido en un mínimo vergonzoso. La así llamada nueva izquierda de América Latina ha tenido mucho más éxito en bajar los niveles de pobreza que en mejorar la distribución del ingreso“.


Durante el boom de las materias primas en Latinoamérica, se redujeron notablemente los índices de pobreza con políticas públicas como el salario mínimo o la formalización del trabajo, pero fue sólo eso, movilizar hasta la línea de la pobreza a muchos que vivían bajo ella.


Luego, superar la línea de la pobreza resulta más fácil para economías con ingresos medios o medio-altos; pero otra cosa es la cambiar la desigualdad. Ello necesariamente pasa por (1) cambiar la estructura tributaria, como en la OCDE; (2) reducir la evasión y elusión de impuestos; (3) aumentar los salarios y formalizar el trabajo; (4) transferencias a los pobres.



En esta gráfica podemos observar los resultados porcentuales de ingresos que absorbe el 10% más rico en el mundo (2019). Las zonas en rojo son las más desiguales y, a la inversa, las verdes son las menos desiguales.



En esta otra gráfica tenemos los resultados de Gini (2022); los resultados en uno y otro caso parecen ser muy similares, aun cuando Palma sólo mide la desigualdad entre los extremos (los ingresos medios son constantes)


Queda en evidencia que existe una alta correlación en los resultados que muestran los índices Gini y Palma (Ortega.C. (2022). La desigualdad de la renta: una aplicación del índice de Palma y su relación con el Gini para las 23 ciudades principales de Colombia 2008- 2019); lo mismo, este estudio pudo demostrar que la existencia de elites monopólicas en Colombia, que se apropian de más del 40% de los ingresos, tiene relación con la persistencia de la desigualdad, la cual tiende a ser mayor en las ciudades con mayores y menores ingresos.


Este último punto es relevante, la existencia de mercados altamente concentrados, representados por ese 10% más rico, es factor determinante en los mayores niveles de desigualdad que se observan en la economía. Reducir los niveles de concentración, debiera mejorar la proporción del ingreso que recibe el 40% más pobre de la población. Entendiendo que ese 10% acumula el capital y los factores de producción, y que es parte de su estrategia mantenerse concentrados, los reguladores son los llamados a cautelar la existencia y funcionamiento de mercados verdaderamente competitivos.





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